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Humildad ante Dios - 18 de Noviembre 2025

  • Foto del escritor: Princesas y Guerreras
    Princesas y Guerreras
  • hace 1 día
  • 2 Min. de lectura

Humildad ante Dios


 Lucas 18: 9-14


Versículo destacado 14. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido.

En el Evangelio de Lucas, encontramos una parábola que nos invita a reflexionar profundamente sobre la naturaleza de la oración y la importancia de la humildad. En Lucas 18:9-14, Jesús narra la historia de dos hombres que se aproximan al templo para orar: un fariseo y un publicano.


El fariseo, conocido por su estricto cumplimiento de la ley, orgulloso de su propia rectitud declara: "Dios, te doy gracias porque no soy como los demás hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni como este publicano" (Lucas 18:11). Su oración se convertía en una especie de monólogo, un catálogo de sus virtudes y una condena a los demás. La actitud del fariseo nos revela la peligrosa trampa de la autosuficiencia. Creer que somos mejores que los demás nos ciega a nuestra propia fragilidad y nos aleja del camino de la humildad.


El publicano, por el contrario, se mantenía a distancia, con la cabeza inclinada, sin atreverse a levantar los ojos al cielo. "Dios, ten misericordia de mí, pecador" (Lucas 18:13). Su oración era corta, pero profunda, llena de reconocimiento de su propia debilidad y de la necesidad de la misericordia divina. La humildad del publicano nos enseña que la verdadera oración nace del reconocimiento de nuestra propia condición de pecadores. No es un ejercicio de vanagloria, sino una búsqueda sincera del perdón y la gracia de Dios.


Jesús, al final de la parábola, sentencia: "Les digo que este último bajó a su casa justificado, y aquél no; porque todo el que se exalta será humillado, y el que se humilla será exaltado" (Lucas 18:14). No se trata simplemente de una lección sobre la forma correcta de orar, sino de una profunda enseñanza sobre la humildad ante Dios. Aquel que se humilla, que reconoce su propia fragilidad y necesidad de Dios, se abre a Su amor y misericordia. El que se exalta, ciego por la vanidad, se aleja de la gracia divina.



¿Qué actitud se destaca del fariseo?  



¿Qué podemos aprender del publicano?


Oración:

Señor, quiero tener un corazón humilde y sencillo ante Tí. Que no albergue orgullo, ni autosuficiencia en mí. En el nombre de Jesús, Amén.


Dios te bendiga 



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