¿Preocuparse? No vale la pena - 22 de Agosto 2023

Princesas y Guerreras
22 ago 2023
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¿Preocuparse? No vale la pena

Mateo 6: 34

34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.

Uno de los mandamientos que encontramos en la Biblia, más difícil de cumplir es: “No te preocupes” (Filipenses 4:6). Quebrantamos ese mandamiento todo el tiempo, porque está en nuestra naturaleza preocuparnos por todo. La razón por la que nos preocupamos es porque gastamos la mayor parte de nuestra energía lamentando el pasado y estando ansiosas por el futuro.

La preocupación nunca ha cambiado nada. ¡La preocupación no vale la pena! No puede cambiar el pasado. No puede controlar el futuro. La preocupación sólo te produce intranquilidad e infelicidad. Cada momento de tu vida que pasas preocupándote es desperdiciado. Jesús lo dijo así: “Por lo tanto, no se angustien por el mañana, el cual tendrá sus propios afanes. Cada día tiene ya sus problemas” Mateo 6:34.

La preocupación es enfocarnos en nuestros miedos en lugar de confiar en Dios. Cuando te preocupas, actúas como si no tuvieras un Padre celestial que prometió cuidar de tus necesidades. Estás pensando que depende de ti ocuparte de tus problemas. Y simplemente no es cierto.

Si vas a romper ese hábito de preocupación en tu vida, tendrás que aprender a concentrarte en otra cosa. Tienes que elegir tu enfoque. Si vas a pensar a tu manera, te preocuparás, tendrás miedo y estarás ansiosa. Vas a tener ansiedad porque estás controlada por tu naturaleza pecaminosa. Cuando estás enfocada en Dios te conduce a la paz. La clave para superar la preocupación no es decir: “No me voy a preocupar”. Eso nunca va a funcionar, porque estás concentrado en lo que no quieres. Pon tu atención en Dios y confía en Su amor y en Sus promesas para ti.

¿De qué manera la preocupación te ha afectado mental, emocional e incluso físicamente?

¿Cuáles son algunas formas prácticas en las que puedes enfocarte en Dios?

Oración:

Señor, en Tu Palabra me dices que no debo preocuparme, sino que debo llevar todas mis cargas delante de ti. Perdona mi falta de fe y confianza y por olvidarme que tengo un Padre celestial que tiene cuidado de mí. Amén

Dios te bendiga