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Mi Señor y mi Dios - 6 de Octubre 2025

  • Foto del escritor: Princesas y Guerreras
    Princesas y Guerreras
  • 6 oct
  • 2 Min. de lectura

Mi Señor y mi Dios


Juan 20: 28


28 Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío!

Estas palabras de Tomás, uno de los discípulos de Jesús, fueron pronunciadas después de una semana de dudas, temor y desconcierto. Él no pudo creer el testimonio de los otros discípulos sobre la resurrección hasta ver con sus propios ojos las heridas del Maestro. Pero cuando Jesús se le apareció y le mostró Sus manos y Su costado, Tomás no necesitó más pruebas. En un instante, su incredulidad se transformó en adoración (Juan 20: 28).


Sus palabras, “¡Señor mío, y Dios mío!”, no fueron una simple exclamación. Fueron una confesión profunda. En ese momento, Tomás reconoció a Jesús no solo como su Maestro resucitado, sino como el Señor soberano y el Dios eterno. Este versículo es una de las declaraciones más claras de la divinidad de Cristo en todo el Evangelio.


Jesús no solo quiere ser tu Salvador; quiere ser tu Señor. Él no vino únicamente a perdonar tus pecados, sino a reinar en tu corazón. Para nosotras el concepto de Señor no tiene la misma connotación que en la antigüedad. El título de señor se le da a un hombre mayor, incluso se ha generalizado para nombrar a los hombres; pero en esa época señor implicaba ser dueño, amo, a quien se le debía total y absoluta obediencia, sin ninguna objeción. Un reconocimiento de autoridad, respeto y sujeción.


Reconocer a Jesús como Señor implica rendirse por completo a Su autoridad. No es solo aceptar que Él es Dios, sino también vivir bajo su gobierno. Hoy, al igual que Tomás, muchos tienen sus momentos de duda. Pero cuando Jesús se revela —ya sea a través de Su Palabra, del Espíritu Santo o de experiencias personales— la única respuesta correcta es la rendición y adoración, una entrega total a Su autoridad.


¿He reconocido verdaderamente a Jesús como mi Señor, o solo como alguien a quien recurro cuando tengo problemas?


¿Hay áreas de mi vida que aún no he entregado a Su autoridad?



Oración:


Señor, así como Tomás, yo también quiero declararte con todo mi corazón: “¡Señor mío, y Dios mío!” Perdona mis dudas, mis momentos de incredulidad y mi autosuficiencia. Hoy reconozco que Tú eres digno de gobernar cada aspecto de mi vida. Reina en mi corazón, en mis decisiones, en mis palabras y acciones. Que no haya ningún rincón en mi vida donde no seas reconocido como Señor. Amén.


Dios te bendiga 


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Puedes escuchar este devocional en nuestro canal de Youtube en este link



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