Fe que rompe barreras - 19 de Junio 2025
- Princesas y Guerreras
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Fe que rompe barreras
Marcos 7: 24- 30
Versículos destacados 27-29
27 Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no está bien tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 28 Respondió ella y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos, debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos. 29 Entonces le dijo: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. 30 Y cuando llegó ella a su casa, halló que el demonio había salido, y a la hija acostada en la cama.
En este pasaje, vemos a una mujer sirofenicia —una extranjera, no judía— que se acerca a Jesús rogando por la liberación de su hija, atormentada por un espíritu inmundo. A primera vista, la respuesta de Jesús parece dura, incluso desconcertante. Le dice que el pan (es decir, su ministerio y bendición) es para los hijos (el pueblo de Israel) y no para los perrillos (un término culturalmente usado para los gentiles).
Pero lo extraordinario ocurre en la respuesta de la mujer: no se ofende, no se rinde, y no discute. Con humildad y fe, ella responde con una afirmación que refleja profunda comprensión espiritual: "Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa comen de las migajas de los hijos." En otras palabras, reconoce su posición, pero confía en la abundancia del poder de Jesús —tanto que incluso una “migaja” de Su gracia es suficiente para sanar a su hija. Jesús, maravillado por su fe, le concede lo que pidió.
La historia de la mujer cananea nos invita a reflexionar sobre la naturaleza de nuestra propia fe, además nos enseña a persistir, a confiar incluso cuando no recibimos una respuesta inmediata. La mujer no se desanimó, demostrando que la fe auténtica no se rinde ante la adversidad.
Además, su humildad al reconocer su lugar en la mesa de Dios es un recordatorio de que todos somos dependientes de la gracia divina. La fe puede manifestarse de muchas formas y, a menudo, se encuentra en los lugares más inesperados. La respuesta de Jesús a la mujer es un poderoso testimonio de que el amor y la misericordia de Dios están disponibles para todos, incluso para aquellos que tradicionalmente se han sentido excluidos.
¿Cómo reaccionamos cuando parece que Dios guarda silencio o responde de manera que no entendemos?
¿Estamos dispuestos a perseverar en la búsqueda de la ayuda de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen desfavorables?
Oración
Señor, enséñame a tener una fe como la de esta mujer. Que no me rinda ante el silencio o las pruebas. Ayúdame a confiar en que tu poder y tu gracia son suficientes, incluso cuando me siento indigno. Gracias porque tu amor traspasa barreras, y en ti encuentro sanidad, restauración y esperanza. Amén.
Dios te bendiga

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