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21 de Febrero del 2020

  • Foto del escritor: Princesas y Guerreras
    Princesas y Guerreras
  • 21 feb 2020
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 15 jun 2021


Recompensa divina



Mateo 6: 4


Por lo relatado en el Nuevo Testamento podemos deducir que la sociedad israelita estaba saturada con modelos de espiritualidad. Habían surgido grupos como los fariseos y los saduceos que enseñaban a las personas a vivir la religión de diferentes maneras.

Era común ver algunos de ellos orando en las esquinas de las calles, para que los demás pudieran ver cuán “piadosos” eran. Pero en realidad ¿A quién se estaban dirigiendo? ¿A quienes querían impresionar? Si su motivación era que los demás lo vieran y elogiaran su gran piedad, su espiritualidad estaba por el piso. Eso es lo que Jesús está advirtiendo a los discípulos (Mateo 6:1 – 6). Otros hacían sonar trompeta para que los demás supieran que estaban dando limosna.

La fe no nos fue dada para que nos volvamos vanidosas o sentirnos orgullosas, sino para que tengamos una relación íntima “secreta” con el Padre. La fe que Dios nos dio es para que nos conectemos con Él, que ve lo público y secreto de nuestras vidas para que nuestra relación con Él sea limpia y transparente, sin ningún tipo de pretensiones.

No oramos para que Dios responda a nuestros caprichos, ni muchos menos para que los demás nos aplaudan, sino para tener una conexión real y efectiva con Dios, por medio de Jesucristo, para mantenernos firmes en la fe. No demos para que los demás no los reconozcan.

Jesús fue claro en afirmar que quien tiene una espiritualidad externa, para ser vistos por los demás esa es su recompensa, el ser vistas y reconocidas por los demás, de allí no pasa. Pero si le buscamos genuinamente y crecemos en intimidad con Él ¿Qué recompensa nos dará el Padre? Dios responde de maneras inimaginables, siempre, absolutamente siempre para nuestro bien. En lo íntimo lo veremos. En lo íntimo lo disfrutaremos y se hará visible en nuestra forma de vivir.


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