Dios el motivo de nuestra alabanza - 25 de Septiembre 2025
- Princesas y Guerreras
- 25 sept
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Dios el motivo de nuestra alabanza
Deuteronomio 10. 21
21 Él es el objeto de tu alabanza, y él es tu Dios, que ha hecho contigo estas cosas grandes y terribles que tus ojos han visto.
Nuestra alabanza tiene un destinatario claro: Dios. Alabar a Dios no se trata solo de cantar canciones o decir palabras hermosas, sino de reconocer con el corazón quién es Él y lo que ya ha hecho. Al escuchar las palabras de Deuteronomio 6: 10, el pueblo de Israel recordó las maravillas que Dios había realizado al liberarlos de Egipto, ayudarlos a cruzar el Mar Rojo y al sostenerlos en el desierto. Habían visto milagros con sus propios ojos: no eran historias lejanas, sino experiencias reales.
Dios sigue siendo digno de toda nuestra alabanza. Puede que no hayas cruzado un mar abierto, pero sin duda Él te ha sostenido en tiempos de escasez, consolado en días de tristeza y protegido cuando todo parecía amenazante. Las grandes y asombrosas maravillas de Dios también se revelan en cosas que a menudo llamamos "pequeñas": el aliento de vida al despertar, nuestro alimento diario, Su amor en Cristo que nos rescató.
Alabar a Dios es mantener vivo el recuerdo de Sus obras. Es afirmar que nuestro gozo y esperanza no dependen de las circunstancias, sino de Su carácter inmutable. En todo lo que hacemos, debemos tener presente Su majestad y grandeza, y responder con gratitud y alabanza.
Detente unos momentos hoy y recuerda las maravillas que Dios ha obrado en tu vida. Reconoce que cada victoria, cada liberación e incluso cada oportunidad de empezar de nuevo provienen de Él. Y, sobre todo, que Dios mismo es el mayor regalo que podemos recibir. Que Dios sea siempre el motivo de tu alabanza, porque Él es y siempre será tu Dios.
¿De qué manera podemos centrar nuestros pensamientos en Dios y expresar nuestra esperanza?
Toma unos minutos y eleva una alabanza al Señor.
Oración:
Señor, Tú eres la razón de mi alabanza. Gracias por tus maravillas y por cada detalle de tu cuidado. Enséñame a recordar siempre lo que ya has hecho y a confiar en lo que harás. Que mi adoración no dependa de las circunstancias, sino que esté basada en Tu carácter perfecto. Sé el centro de mi vida, eres mi Dios, y solo a ti te daré toda la alabanza. Amén.
Dios te bendiga
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