28 de Julio del 2020

Caminando sobre las aguas

Hebreos 12: 2

La duda no viene de Dios, surge de nosotras mismas cuando no ponemos la mirada en las cosas de arriba (Colosenses 3:2), sino en nosotras mismas, o en las circunstancias externas que amenazan nuestra seguridad y eso trae temor a nuestras vidas.

Cuando Pedro mantuvo su mirada en Cristo, pudo caminar sobre las aguas, fue llevado por el Señor a hacer algo imposible para los hombres, pero posible para Dios (Lucas 18:27); él estaba por encima de las circunstancias, pero cuando quitó los ojos de Jesús se volvió el hombre natural, dio espacio a las dudas de la carne y comenzó a hundirse. En realidad es fácil quitar la vista de Jesús y ponerla en las circunstancias, sobre todo cuando estas nos sobrecogen y parecen hundirnos. En sólo un segundo que quitemos la mirada del Señor y la pongamos en lo que nos rodea viene la duda, la incertidumbre y el temor.

Cuando nosotras aprendemos a ver a Jesús como Él es (1 Juan 4:17) y nos olvidamos de nosotras mismas, empezamos a caminar y a vivir como Él vivió; en contraste, cuando nos fijamos en las tormentas, las preocupaciones humanas, o cuando nos enfocamos en nosotras mismas, empezamos a hundirnos tal como le pasó a Pedro. El mar agitado y las tormentas de la vida buscaran hundirnos en ellas. El enemigo siempre va a querer que te desenfoques, que veas lo enorme de las circunstancias que pueden devorarte.

Entonces, no importa la tormenta o dificultad por la que estemos pasando, así estemos en la noche más oscura, coloquemos nuestra atención, confianza y esperanza en aquel que es poderoso para guardarnos sin caída y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría (Judas 1:24), que nos permite caminar sobrenaturalmente sobre las aguas de la vida. Para nosotras no es fácil, pero recuerda que para Dios todo es posible y con Su ayuda podremos caminar en victoria sobre las dificultades.